martes, 30 de agosto de 2011

"Te falta muchedad."

Tantos sentimientos escritos en hojas de papel y tirados por la ventana. Hoy he soñado que alguien moría, dicen que cuando sueñas eso le das más años de vida a esa persona.
Aquello fue como volver a la niñez, me recordó a tardes hablando de problemas, de amores, de agobios, en fin, hablando de toda nuestra vida, contándole a una pantalla cosas que ni siquiera te hubieras contado a ti misma. Lo recuerdo. Es complicado no echar de menos, es complicado no pensar en el pasado, porque éste siempre vuelve, siempre te persigue, y a veces es más fácil dejar que te pille, pero otras tienes que echarle huevos al asunto y seguir a delante sin mirar atrás, porque jode. Aún así, seguirás tu camino y siempre faltará algo, siempre habrá un vacío dentro de ti, porque sabes que quien
se fue, se llevo un pedacito de ti, y nunca, nunca más estarás completa sin ese trozo.

Lo que no se cuenta.

El amor que le tengo. Las ganas de verle y comermelo a besos, las ganas de estar a solas, para hacer en silencio lo que luego no se cuenta, para amarnos como nunca, para cumplir sueños que me persiguen desde hace semanas y calmar el deseo de hacerle mío y yo ser solo suya, para poco a poco sentir su piel con la mia, sentir su calor, sin miedos ni dudas. Mirarle a los ojos sin  decir nada. No saber que hacer, ni como hacerlo, por ser algo nuevo. Amarle como nunca he amado. Sentir como pasa cada segundo como si fuera el último.

lunes, 22 de agosto de 2011

De repente sabes qué cara quieres que salga.

Cuando te encuentres ante dos opciones y tengas que elegir, lanza una moneda al aire. Es un truco que siempre funciona, y no sólo porque por fuerza te saca de dudas, sino porque en ese breve momento en que la moneda está en el aire... de repente sabes qué cara quieres que salga.

sábado, 20 de agosto de 2011

Es él, lo sabes.

Escribir su inicial en los apuntes, sonreír con tan solo escuchar su nombre, quedarte embobada cada vez que lo ves con sus amigos, reir cuando te hablan de él o pensar que sin él ya nada sería lo mismo. Sufrir como nunca por él, por los malditos celos que te comen por dentro.

jueves, 18 de agosto de 2011

Algo monótono.

A veces sería maravilloso poder retrasar cinco minutos el reloj, manejar el tiempo a mi antojo. Un momento especial, repitiéndose constatemente, como un bucle infinito en el que todo vuelve a suceder. Congelar una sonrisa, un abrazo, un simple gesto que te aisle del mundo; en el que solo exista lo que yo quiero que exista.
Creo que si pudiera escoger una habilidad extraordinaria, sería la de hacer mio el tiempo. Puede que se hiciera monótono, pero ahora mismo no me apetece otra cosa que verte siempre sonriendo, sería el mayor regalo que jamás podría recibir. Está claro que todo esto no es más que un sueño, pero de sueños se vive, y yo puedo dar gracias por vivir en un sueño eterno. Tu deberías sentirte afortunado por tener la capacidad de hacerme vivir soñando y por conseguir que siempre tenga una sonrisa para ofrecerte.

Espero que me enseñes a hacerte sonreir como lo haces tu conmigo, y así nunca tener que parar el tiempo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Es sencillo.

Me gustaría ir a París, subirme a lo alto de la Torre Eiffel y ver toda Francia. ¿Después? A Italia, donde me haré la típica foto sujetando la Torre de Pisa para que no se caiga. ¿Luego? A Londres, donde intentaré hacer reír a los guardias de seguridad con mis tonterías y mis chistes malos. ¿Siguiente? A Las Vegas, donde me gastaré todo mi dinero en el casino para no ganar ni un céntimo pero podré decir: ¡Vine a Las Vegas, baby!. ¿Aún más? Pues me iré a Nueva York, sí, y me subiré a la Estatua de la Libertad y veré como todo Manhattan amanece. ¿Y por último? Por último me iré a Los Ángeles. Arrasaré en todas las tiendas de Beverly Hills. Luego, en Hollywood, iré mirando cada una de las estrellas del paseo de la fama y me haré una foto con casi todas mientras sonrío bebiéndome mi Starbucks. También me haré fotos junto al cartel de Hollywood, señalándolo con una gran sonrisa en mi cara diciendo: Sí, estoy en L.A. Y al final, me subiré a lo alto del mirador y miraré por última vez todo Los Ángeles. Pero cuando vuelva aquí, a España, me esperará lo mejor, me esperarás tú.

Todo empieza antes de que te des cuenta.

Antes de que quieras darte cuenta. Probablemente ese haya sido mi problema, que no me he querido dar cuenta de que en cada momento que he hablado contigo, cada momento que he pasado a tu lado, en cada uno de los muchos momentos que mi mirada te ha buscado...no me he querido dar cuenta de que cada vez me voy enganchando más, y que no es de ahora...que ya hace un tiempo. Porque levantarte un día entre semana, llegar al instituto como un día normal y verte, verte de lejos, simplemente eso. Ya era suficiente para que no pudiera parar de pensar en ti toda la mañana. Porque sí, soy una cobarde. Lo admito. Nunca he tenido el valor suficiente de admitir que quiero pasar momentos a tu lado que nunca he pasado. ¿Que he llorado? Si, he llorado por ti. Es uno de los motivos por los que más de una vez me han dicho que me olvide de ti, pero he llegado al punto en el que me he dado cuenta de que paso un día sin verte y siento que me falta algo. Sí, ese algo eres tú.
Que antes de que te besara por primera vez te dije que tenia miedo de enamorarme, sin darme cuenta que entonces ya sentía algo por ti. Y entonces llega el día, 14 de mayo, nos decidimos, bueno...tú te decidiste. Estaba lloviendo, me acuerdo como si fuera ayer. Apoyada sobre ti, hablando, mirándote a los ojos. Te lanzaste, y no sabes como te agradezco que lo hicieras. Con tus manos en los bolsillos de mis vaquero; que me acuerdo hasta de que ropa llevabas puesta.
Despues de ese día, ha habido muchísimos más, y no me arrepiento de ninguno.
Quien me iba a decir a mi que iba a escribir esto algún día, y quien me dice que ahora podrías estar leyéndolo.

Llegó. Se presentó sin avisar...

Desde aquel instante algo dentro de mi sabía que nada iba a ser lo mismo. Me contagió una enfermedad, la más hermosa de todas, la que te hace tocar el cielo con los dedos aún teniendo los pies en el suelo. Una enfermedad que no tiene cura y de la que no quiero curarme.
Y es que si existieran los milagros, él sería el mayor de ellos.